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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Crónica de Madam Butterfly

Crónica de Madam Butterfly.
Madam Butterfly, la película del director David Cronemberg, reescribe en lenguaje cinematográfico una historia que se presenta como real.
La ambientación y magnífica escenografía se corresponden con el  paisaje de China. Producida como una película que transcurre en los años 60 del siglo XX. narra la historia de René Gamillard, un diplomático francés llega a la embajada de Beijing y se enamora de Song, una actriz y cantante de ópera, que representa su ideal de mujer perfecta. Dos hechos relevantes conmueven al protagonista y al espectador: Song es espía de gobierno y por si eso no fuera suficiente para herir al desolado Gamillard, se trata de un muchacho que engañaba a su amante a través de estados de hipersensibilidad y erotismo, como una geisha bien adiestrada. La traición al país por el amor de la mujer, que es un hombre, plantea la pregunta final sobre la dicotomía entre femineidad y feminidad, qué lealtad se brinda a la patria cuando los sentidos están turbados por la pasión, y como señala Tomás Eloy Martínez, en el Prólogo a Ficciones verdaderas, el autor (en este caso, el director) hace una reelaboración de un hecho real para escribir sus ficciones.
Madame Butterfly es también la famosa ópera que funciona como banda de sonido, compuesta por Giacomo Puccini, con guiones de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Esta obra a su vez estaba basada en la novela Madame Chrysanthème (1897) de Pierre Loti., a raíz de hechos ocurridos en Nagasaki. El suceso acaeció a principios de los 90 del siglo XIX.
Estas explicaciones no hacen sino convalidad que los límites entre la historia y la literatura nunca fueron estrictos. Lo mismo sucede entre el cine de factura documental y el de ficción. Hay en este material un gesto de apropiación de la realidad, que tiene interdependencia con el imaginario de la comunidad y la época dentro de la cual el texto acontece. La verdad, se transforma a diferencia de la historia o el periodismo en el arte de la verosimilitud.
La película desbordante de imágenes bellas en su escenografía. La banda sonora del prestigioso y recientemente laureado con el Oscar: el canadiense Howard Leslie Shore, plena de música clásica o erudita, podría funcionar como documento aunque no lo es.
El siempre impecable trabajo actoral de Jeremy Irons, corrobora el artificio de introducirnos en una época no distante, con las ambigüedades y los planteos filosóficos que quince años después se resuelven con mayor naturalidad.
Recomendamos enfáticamente no perderse esta joya del cine.

2 comentarios:

  1. Respondiendo a tu intempestivo comentario que agradezco mucho, la respuesta es: a saber, en su momento pretendia ser poesia -lo cual al menos es gracioso...
    Pero si escuchas Knives out no puedes por menos que escuchar acordes de Bach -Ofrenda musical, por ejemplo, y me pasa en algunas otras canciones... pero, como en todo, no soy experto: solo un dilettante perezoso.
    Y perdona la falta de acentos, es que este teclado marroqui medio en arabe es inmanejable...
    -Un honor ser comentado por una poetisa de verdad, y culta y buena escritora en prosa tambien por lo que leo...
    Zenondepelea...

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  2. Ea, Zenon, prefiero que me digan poeta y no poetisa. Lo de culta, buena y el honor, no te lo creas, es una foto para la videocámara. Soy de lo peor, y si no me creés, podés leer mi blog http://viejocolonirritable.blogspot.com que es un resumen (todavía incompleto) de mis entradas de facebook.

    Un abrazo, sin pereza ni pelea.

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